EL VALENCIA SE HACE GRANDE

Tras la Guerra Civil, el Valencia se tuvo que adaptar a la nueva realidad. Muchos de los futbolistas que estaban en 1936 dejaron de pertenecer al conjunto che tres años después. Los militares también entraron, como en otros ámbitos de la vida, en el fútbol. En el caso del Valencia, en junio de 1939 fue nombrado presidente el comandante Alfredo Giménez Buesa, con Luis Casanova de vicepresidente. Entre los objetivos del nuevo régimen estaba la eliminación del profesionalismo, que consideraban una reminiscencia republicana. Otro puntal del valencianismo que sufrió las consecuencias de la contienda civil fue Mestalla, destrozado por los continuos bombardeos sufridos. Se acometió una remodelación y ampliación del estadio, que pasaría a tener una capacidad para 22.000 espectadores.

Con el traslado del comandante Giménez, la presidencia del club recaló en Luis Casanova. Con él llegaría la mejor época del club. En diez campañas, el Valencia obtuvo tres títulos de Liga y dos Copas, llamadas entonces del Generalísimo. El esplendor fue posible gracias a que se mantuvo la base de la plantilla anterior a la guerra, a la extraordinaria 'delantera electrica' que formaban Epi, Amadeo, Mundo, Asensi y Gorostiza, por la personalidad del presidente Luis Casanova, por la trayectoria en el banquillo de hombres como Cubells, Moncho Encinas, Pasarín y Jacinto Quincoces, por la recuperación del estadio de Mestalla y por la fundación del equipo filial: el Club Deportivo Mestalla. 

Pero no hay duda de que el Valencia tenía un gran equipo, posiblemente una de las mejores plantillas que haya tenido nunca, con Ignacio Eizaguirre (Álvaro y Juan Ramón) y la delantera eléctrica, formada por dos jugadores valencianos y tres vascos.

Esta plantilla conquistaría el primer gran título nacional para el club: la Copa de 1941, ante el Español. Era el primer triunfo tras dos décadas de existencia, y la celebración en la capital del Turia fue apoteósica. 

Una Copa, un tercer puesto en Liga, varios internacionales en el equipo y una gran visión de futuro del club posibilitaron que el Valencia se hiciera un hueco entre los ‘grandes’ del fútbol español. 

La guinda se puso en la temporada 41-42, en la que el club de Mestalla ganó por primera vez en su historia el campeonato liguero. Lo paradójico es que, en aquel entonces, tenía mucha más repercusión la Copa que la Liga. Pero sería injusto olvidar que en el torneo de la regularidad el Valencia hizo una temporada magnífica. Logró un auténtico récord de goles (85 en 26 partidos), hizo de Mestalla un auténtico fortín (sólo ganó el Atlético Aviación) y se mostró intratable. Además, su delantero centro, Edmundo Suárez, Mundo , fue el máximo goleador con 27 dianas. 

Tras un paréntesis de una campaña, en la temporada 43-44 el Valencia volvió a hacerse con la Liga. En esta ocasión, el Valencia se mantuvo en lo alto de la clasificación desde el principio del torneo. En esta ocasión, solamente el Barça ganó en Valencia (3-4), en el segundo partido liguero y Mundo volvió a ser el pichichi, con 27 goles. La superioridad del Valencia restó emoción a la Liga, aunque dejó encantados a sus aficionados, que vieron cómo su equipo sumaba el tercer título en cuatro temporadas. Pero en los años cuarenta también hubo sinsabores para los intereses valencianistas. De hecho, el club de Mestalla es el único del fútbol español que ha perdido tres finales consecutivas. El Valencia fue subcampeón de Copa en 1944, 1945 y 1946, y lo volvió a ser en 1970, 1971 y 1972. Lo curioso es que las tres finales perdidas en la década de los cuarenta tuvieron el mismo escenario: el estadio Olímpico de Montjuïc. El estadio barcelonés fue considerado gafe por los aficionados valencianistas de la época. En la primera final el Valencia perdió 2-0 frente al Atlético de Bilbao, por 3-2 también ante el club bilbaíno en 1945 y por 3-1 ante el Real Madrid en 1946. 

La tercera liga conseguida por el Valencia fue en la campaña 46-47, año en el que se instauró la quiniela. En esta ocasión, el Valencia tuvo que sufrir hasta el final para conseguir el triunfo. El inicio del campeonato fue malo y en la octava jornada el club che estaba a dos puntos del colista. Se llegó a la última jornada sin nada decidido y se tenía la sensación de que el Atlético de Bilbao iba a ser el campeón, aunque también tenían algunas opciones el Atlético de Madrid (que dejó de ser Atlético de Aviación a partir de enero de 1947) y el Valencia. En el último partido, el equipo, entrenado por Pasarín, se impuso 6-0 ante el Gijón. El resto de los rivales tropezaron. El Bilbao empató 3-3 en La Coruña y el Atlético de Madrid cayó en casa ante su eterno rival, el Real Madrid, 2-3. El Valencia fue campeón por su diferencia particular de goles con el equipo vasco, al que había ganado tanto en San Mamés como en Mestalla

Al no haber ni marcadores electrónicos ni los programas radiofónicos, el teléfono fue el que informó de la consecución de la tercera liga. 

El final de la década de los 40 reflejó el cambio generacional que estaba sufriendo el equipo, en el que comenzaban a despuntar jugadores como Puchades y Vicente Seguí. 

El Valencia había perdido sus tres finales anteriores jugadas en Barcelona. En la final de Copa de 1949, que enfrentó al Atlético de Bilbao y al Valencia, los valencianistas jugaron en la capital de España una final muy reñida que se resolvió con un gol de Epi y que ponía punto final a una generación de jugadores que habían sido muy rentables para el Valencia Club de Fútbol.